Nos encontramos en algún salón de una lujosa mansión, un hotel parisino o un palacio, donde se discute sobre ciencia y las artes, las nuevas ideas y sobre política. Donde se reúne la gente del saber y cuando digo gente no me refiero solamente a los hombres sino también a las mujeres.
En estas reuniones es donde los hombres se alimentan del saber de las mujeres y ellas muestran su interés ante todos los campos del saber y demuestran su capacidad de gestión. Un ejemplo sería la ex madame d’Espinay que recibía a Diderot, madame de Tenain promovía el Espirit de Louis, un escrito de su protegido Montesquieu, Buffon frecuentaba las reuniones de madame Necker.
Pero vamos a dejarnos de explicaciones que la reunión va ha dar comienzo:
Y Olympia de Gouges que ya no puede retener más lo que tiene en su interior y lo que verdaderamente piensa, salta diciendo:
-Si la mujer tiene derecho a subir al cadalso, debe de tener también derecho a subir a la tribuna pública.
Otra mujer que la estaba escuchando con gran interés la apoya:
-Nosotras también sabemos manejar otras armas que el huso y la aguja.
Olympia al verse apoyada quiere seguir hablando:
-Mujeres despertad, reconoced vuestros derechos. ¡Oh mujeres! Mujeres ¿cuándo dejaréis de estar ciegas?
Hasta ahora os habéis dejado pisotear por el hombre. Reclamad vuestro patrimonio fundado sobre los sabios decretos de la naturaleza. Reuníos bajo los estandartes de la filosofía desplegad toda la energía de vuestro carácter y pronto veréis los resultados, ya no serviréis al hombre. Cualquiera que sean las barreras que os opongan está en vuestro poder franquearlas, solo basta con quererlo. Tenemos que dejar de ser inútiles en esta sociedad y depender siempre de un hombre, acabar con todo esto que las mujeres también tienen derechos.
Hegel que no pensaba lo mismo dijo:
-Los hombres son lo esencial.
Olympia no queriendo oír más de las habladurías del señor Hegel, salió.
Y el continúo silencio de los restantes miembros dio lugar al fin de la disputa.
En estas reuniones es donde los hombres se alimentan del saber de las mujeres y ellas muestran su interés ante todos los campos del saber y demuestran su capacidad de gestión. Un ejemplo sería la ex madame d’Espinay que recibía a Diderot, madame de Tenain promovía el Espirit de Louis, un escrito de su protegido Montesquieu, Buffon frecuentaba las reuniones de madame Necker.
Pero vamos a dejarnos de explicaciones que la reunión va ha dar comienzo:
Y Olympia de Gouges que ya no puede retener más lo que tiene en su interior y lo que verdaderamente piensa, salta diciendo:
-Si la mujer tiene derecho a subir al cadalso, debe de tener también derecho a subir a la tribuna pública.
Otra mujer que la estaba escuchando con gran interés la apoya:
-Nosotras también sabemos manejar otras armas que el huso y la aguja.
Olympia al verse apoyada quiere seguir hablando:
-Mujeres despertad, reconoced vuestros derechos. ¡Oh mujeres! Mujeres ¿cuándo dejaréis de estar ciegas?
Hasta ahora os habéis dejado pisotear por el hombre. Reclamad vuestro patrimonio fundado sobre los sabios decretos de la naturaleza. Reuníos bajo los estandartes de la filosofía desplegad toda la energía de vuestro carácter y pronto veréis los resultados, ya no serviréis al hombre. Cualquiera que sean las barreras que os opongan está en vuestro poder franquearlas, solo basta con quererlo. Tenemos que dejar de ser inútiles en esta sociedad y depender siempre de un hombre, acabar con todo esto que las mujeres también tienen derechos.
Hegel que no pensaba lo mismo dijo:
-Los hombres son lo esencial.
Olympia no queriendo oír más de las habladurías del señor Hegel, salió.
Y el continúo silencio de los restantes miembros dio lugar al fin de la disputa.
Damaris Poenar
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