mercredi 25 mars 2009


HISTORIA SALONIÈRES

En 1788 las reuniones de los ilustrados eran cada vez más numerosas. Francia estaba en crisis económica y política y creían que estos problemas sólo se podían solucionar con el uso de la razón. En cada reunión de los famosos Rousseau, Voltaire, etc. había un grupo de mujeres menos conocidas. Uno de esos días estaban junto a ellos Olimpe de Gouge y Madame de Staël. Se sentaron en sus respectivos sillones para comenzar a debatir. Rousseau inició la reunión:

- La situación de la población francesa es cada vez más tensa y el rey no puede arreglar los problemas de los que se adolece nuestro país. En mi opinión deberíamos proponer soluciones y recogerlas en un libro y entregarle una copia al rey y otras a una de las personas representativas de cada uno de los estamentos que forman la sociedad y rogarles que usen nuestros pensamientos para subsanar Francia.

Simone de Beauvoir se mostró de acuerdo:

- Creo que podemos ayudar mucho a este país si nos hacen caso y creo que debemos hacer todo lo que esté en nuestra mano para mejorar la situación. En mi opinión, el rey no lo va aceptar, pero necesitamos copiar el parlamentarismo inglés realizando algunas mejoras.

Voltaire decidió que era el momento de intervenir:

- Está claro que una potencia mundial como Francia debe tener un sistema político donde los ciudadanos participen en el gobierno, es decir, debe ser una democracia.

Madame de Staël hizo su intervención:

- También deberíamos recoger la igualdad total que debe haber entre todos lo ciudadanos, acabando con los estamentos y la igualdad que debe existir entre hombres y mujeres terminando así con los antiguos valores discriminatorios, así que, esa tendría que tener sufragio universal.

Rousseau volvió a tomar la palabra:

- Entonces, todos conformes. Escribiremos ese libro con las ideas puestas en común en estas reuniones e intentaremos que sean aplicadas por el bien de Francia y de sus habitantes.

Día tras día fueron redactando todas las soluciones que habían ideado y mientras el libro iba tomando forma, cada vez veían más problemas en Francia que debían ser solucionados.

Ninguno de los asistentes a esas reuniones sabía que sus ideas serían la base de una revolución que cambiaría el mundo para siempre.

Como suponían, sus ideas fueron ignoradas, pero Luís XVI no esperaba que el pueblo reaccionase de esa manera y se vio sorprendido por una rebelión que se le escapó de las manos.

Pero eso ya es otra historia.

Darío Merino Díaz 4º C

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